Propongo un enunciado: aquellos
partidos políticos que basan su acción (política) en una estudiada estrategia
(cualquiera) en realidad se están sumiendo a los principios básicos del
capitalismo.
Sostengo que existe un paradigma,
el de la estrategia, que se podría definir como aquellos actos que están regidos por un profundo estudio y cálculo de
diferentes escenarios adoptando las acciones que optimizan el resultado según
el objetivo de éxito deseado.
Puesto en claro: el objetivo
deseado es ganar las elecciones; la estrategia es todo aquello que acerca a ese
objetivo, una ejecución de acciones que son instrumentos para alcanzar el fin.
Tampoco podemos decir que no sea
enteramente lícito esta forma de actuar, en resumen es solamente un querer
ganar y planificar/actuar para ello.
El peligro y el truco se
encuentran cerca, porque ¿cuál es el sistema de valores que sirve de matriz
para el proceso? ¿Dónde están los límites? ¿Qué principios rigen? Las
respuestas pasan por saber en qué tipo de sociedad vivimos, la cual, sin
rasgarnos vestiduras, es una sociedad de consumo y de mercado, y son
precisamente estos los principios rectores de muchas estrategias. Los partidos
políticos quieren “comprar” una victoria, y tiene que “pagar” diciendo y
desdiciendo, atacando y defendiéndose, ocultando y mostrando, campan sin
principios desde una ética mercantilista. Compran argumentos, hoy los defienden
y enarbolan, mañana los proscriben, calculan sus palabras para que tengan el
mayor calado posible en la gente, contentan a todos los bandos necesarios, se
instalan en la ambigüedad, hacen gestos para contentar, cambian de dirección a
golpe de encuestas sociales, cocinan datos
para vender su perfil bueno, lanzan globos
sonda para saber si una medida va a tener o no oposición, viven del eslogan
y ocultan el detalle, anuncian y publicitan, sincronizan inversiones y
elecciones…
¿No podemos observar similitudes
con un sistema capitalista? Nos han birlado la esencia como si fueran trileros.
El “debe” es el de un partido que
tenga unos principios y valores, una forma de entender la vida y la sociedad,
que transmita esa forma de comprender y que haya una masa de gente que piense
como ellos y les voten, el “haber” es
el de un partido que tiene principios vagos y variables, que adapta sus
palabras de forma calculada para intentar que el mayor número de gente les
vote. La diferencia está entre un partido que tenga seguidores, y un partido
que busque seguidores, en el matiz está la enorme perversión, porque para
lo segundo, para buscar seguidores entran en una lógica de mercado, compran y
venden lo necesario (argumentos, palabras, acciones…) para tener más votos que
el rival. Son dos mundos diferentes, uno pone el foco en decir “entiendo que
mis principios contribuirán a hacer una sociedad mejor, los voy a explicar a
ver quién se une a mi proyecto”, en cambio el otro dice en plan grouchesco “tengo
unos principios, pero si no les gustan tengo otros, qué tengo que hacer para
que me votes”, y para que les votemos son capaces de bailar, pedir, amenazar,
asustar, sonreír… el 2.0 del clásico “besar niños”.
Cierto es que aún quedan
vestigios de ideologías, y que hay acciones reconocibles de un gobierno de
derechas y hay acciones reconocibles de un gobierno de izquierdas, pero hoy
cualquiera puede ser de izquierdas y vender armas a un gobierno autoritario, y
además explicarlo, no nos confundamos. La derecha es quizás más franca con este
capitalismo que defino porque creen en ello y no lo ocultan desde el enfoque
neocon o neoliberal, lo cual tampoco la exime de mercantilizar sus principios.
La estrategia política hoy, al
menos en España, es capitalista, no tenemos a nadie que se resigne a perder por
tener principios, el principio es más bien el de comprar y vender todo lo que
permitan las bases con tal de acercarse hasta la victoria, siempre.
¿Para cuándo una pedagogía que
nos enseñe el valor de la derrota?