sábado, 24 de julio de 2021

La relación entre cruzar la calle, los derechos y los deberes

 En ocasiones hay patrones de comportamiento que son extrapolables a otras niveles de la vida.

A mí me gusta mirar a la gente por la calle, y un aspecto muy curioso de observar es fijarse en cómo cruza la gente las carreteras de la ciudad.

- Están los respetuosos y cumplidores: esperan a que el semáforo esté en verde para ellos para cruzar por el paso de peatones. Estos a su vez se subdividen entre los que se cercioran visualmente de que no hay peligro, mirando a ambos lados y los que no confirman nada visualmente.

- Están los funcionales: cumplen las normas pero las adaptan a una interpretación funcional: si no viene ningún coche ¿por qué no cruzar? Estos casi siempre acompañan su acción con una confirmación visual previa, son cautelosos.

- Están los que incumplen las normas pero acercándose más a la conducta temeraria. Y aún así se subdividen, entre los que "miden" y "controlan" y saben lo cerca que les puede pasar el toro, y los que, en apariencia se acogen a un comportamiento puramente temerario.

Y esto me sirve para imaginar (sí, imaginar) lo que puede pasar por sus cabezas.

- Hay quien sabe que tiene derecho a cruzar si se dan las condiciones (semáforo, paso de cebra), y ejecutan ese derecho con obstinación: no tienen por qué mirar a los lados; priorizan su razón (la llevan) a su seguridad (un conductor puede saltarse un semáforo). Muestran una seguridad pasmosa, poseedores de la razón en un mundo que necesitan que se rija por la lógica.

- Hay quien sabe que está actuando de acuerdo a las normas, lleva en cierta forma la razón, pero aún así confirma que puede cruzar con seguridad, mirando con cuidado. Ejecuta su derecho a cruzar (lo tiene si cumple las normas) pero además le suma una obligación a mirar, al fin y al cabo su vida, al cruzar, no sólo depende de él, también depende de la conducta de cualquier otro conductor con el que coincida.

- Están los que cruzan por cualquier parte con cautela, de alguna forma no creen que las normas sean para ellos, se sienten capacitados para adaptarse a la jungla del tráfico a su manera, van por libre porque se sienten desenvueltos en ese ambiente.

- Están los que desafían las normas, inventan su derecho a cruzar por pleno derecho en cualquier situación, miran desafiantes a los conductores que tienen que parar ante su presencia.

- Y están los que viven en otro mundo, campan libres sin ni tan siquiera tener que desafiar a nadie, ellos son. Y ya.

Terminemos la analogía:

A. Hay gente que cree que tiene derechos pero sabe que también tiene deberes, y tiene que ejercer ambos de forma simultánea para que todo funcione bien.

B. Hay gente que hace más hincapié en los derechos que tiene que en sus obligaciones. Se siente con la necesidad constante de reivindicar sus derechos, basados en la ley y la razón. Y llegado el caso con el ejemplo de cruzar calles, podrían llegar a morir atropellados al tener la obstinación de su derecho a cruzar.

C. Hay gente que siente que tiene derechos y de alguna forma, a su manera, interpreta las obligaciones que pueda tener, con cierta laxitud. Pongamos que puedo defraudar a Hacienda, o engañar al seguro, o no pagar IVA, ¿qué hay de malo en actuar así? Luego pediré colegios, hospitales e infraestructuras, ¡tenemos derecho a este estado del bienestar!

D. Hay gente que crea sus propios derechos, no fundamentados en leyes o razones, pero que los enarbola y los autolegitima sin pudor. Los deberes y obligaciones no van con él, cumplirá los mínimos imprescindibles. Lo más fácil es partir de tópicos: los bancos nos roban, los empresarios son capitalistas, el estado es opresor,.. lo cual justifica que yo haga lo que me dé la gana.

E. Y por último hay gente ajena al bien y el mal, sin sentir deberes pero sin sentir tampoco derechos, culebrean por la vida dando traspiés, y en ocasiones cayendo. No quieren molestar ni que les molesten.

¿Tú con quién te identificas más, cómo cruzas la calle? ¿De verdad que no sentís todo esto cuando veis a una persona cruzar?

viernes, 23 de julio de 2021

Micro cuento de antipolítica

Desposeo a algunos amigos, ya con poder creciente y por ello peligrosos, permito la cercanía de algunos enemigos, débiles y en una espiral autodestructiva, lanzo pequeñas consignas contra la oposición, agradablemente callada, o acallada debido a mi control de los medios. Hago todo eso, y los analistas dicen que mi jugada ha sido políticamente perfecta. ¿En qué momento exacto la palabra "política", tan devaluada, llegó a perder TODO su significado?