No puedo evitarlo, hoy al
escribir esto somos, una vez más, nosotros y ellos, separados.
Ellos hablan de la ética y de la
política, pero no hablan de la “ética de la política”. Ellos, por la triste
cuenta que les trae, se esfuerzan por separar ambos conceptos.
Creo, sin poder demostrarlo, que
sus manzanas se pudren más que las nuestras. Y lo creo porque el poder hace al
político lo que el anillo a Frodo, solo que ellos no son Frodo, ellos tienen
los pies más pequeños, como su decencia.
Y el problema, nunca perdamos lo
global, el problema nunca será que haya manzanas podridas, aunque ello tengan
más, el problema es lo que hacen, o no hacen con sus manzanas podridas. Yo
cuando encuentro una en mi nevera la tiro, me huele mal aunque no huela, y si
está cerca de otras yo, como amo y señor del frigorífico, preventivamente la
separo antes incluso de pensarlo.
El problema es que ellos se
resisten sistemáticamente a tirar sus manzanas podridas, aunque ocasionalmente
se desprendan de alguna, ya tiene que haber (fuerza de la) gravedad en los
hechos para que Newton anime a que su ley actúe.
El problema es que es
sistemático.
El problema es.
Es sintomático que los partidos
emergentes nazcan también con ese pecado original. Sintomático y
desesperanzador. Desesperanzador porque parece entonces sistémico. El fallo
puede ser el sistema. Y eso es grave.
Los dos partidos emergentes de
moda:
PODEMOS lucha por justificar lo
injustificable: la al menos falta de ética de su monedero con mayúscula,
alguien que nos habla de los ricos y se indigna de ellos y de sus triquiñuelas,
alguien que nos quiere moralizar y al que creo menos que a un cura con pistola.
CIUDADANOS no se despeina al
decir que su Jordi Cañas (suyo antes suyo ahora) cometió un fraude fiscal a
título personal y por lo tanto no se requiere su exclusión, solamente su paso a
segunda fila.
El problema no es el monedero del
monedero con mayúscula ni el del fraude a título personal del ciudadano (¿podríamos llamarles
siendo muy considerados con ellos “corruptos no practicantes”?). El problema es
que sus dirigentes ponen la mano en su fuego y dicen que no quema.
No, señores, este país necesita
más honradez que siglas, más profundidad que escaparate, y si los nuevos
empiezan así…
Conclusiones:
Todas las cúpulas políticas
predican ejemplos pero consagran excepciones.
Pero, por otra parte, y como
vengo defendiendo no todos los políticos son corruptos.
Por tanto la pregunta de interés
es: ¿por qué las cúpulas políticas actúan así? ¿Puede que haya entramados de
poder tan fuertes que sea imposible que tengan autonomía real en sus decisiones?
Yo pienso que sí. Y suponer que sí es suponer que las cúpulas son muchas veces
muñecos, títeres de una política más oscura, donde alguien siempre debe algo a
alguien.
Pregunta absurda, ruego no se me
tenga en consideración: Si hay títeres (cúpulas) que mueven títeres (nosotros)
¿podríamos hablar de meta-títeres?