viernes, 25 de agosto de 2017

Política de la confrontación

La política nace de las ideas, claro, y diferentes ideas dan lugar a diferentes corrientes políticas, que se engloban en diferentes partidos, que ya según su afinidad se unen o, por qué no, permanecen separados. Y de entre todos, uno, en soledad o en acuerdo, gobierna, lo cual significa que sirve a todos los ciudadanos, tengan las ideas que tengan.
Un problema, del que hablamos hoy, surge cuando la política en vez de limitarse a crecer desde su imaginario utópico, se pervierte y se limita a servir a sus ideas; han revertido el flujo, porque lo natural es servir a los ciudadanos desde el matiz que representan, algo falla cuando dedican su esfuerzo a prestar servidumbre a sus imaginarios.
Hoy lo digo concretamente por los independentismos, al menos tal cual los vemos hoy en Cataluña. Orientan su existencia diaria a conseguir ese objetivo, reorientan cualquier suceso y lo traducen a términos de conflicto siempre con esa entelequia de libertad por conseguir. Da igual que sea un atentado o una visita oficial, todo va a ser enfocado desde una perspectiva de confrontación en oposición al Estado opresor. Han inventado una nueva realidad donde se han olvidado de servir a su gente. Ellos son, y se sienten, un vehículo para la independencia, siendo ese precisamente el problema, que son únicamente un vehículo para la independencia, y en el camino se han olvidado de mucha gente y de su obligación con ellos.

Otros aires serían si reivindicaran la independencia de una manera racional y responsable, todo se puede hablar, ¿por qué no? Pero hoy, con muertos aún calientes, sus vicios libertarios y su necesidad de confrontarse sobran tanto…