jueves, 25 de septiembre de 2014

Los grandes partidos políticos: el doloroso paso del 2 al 3.

La política está hoy muy mezclada, demasiado adulterada.
Grandes maquinarias que han perdido el control sobre ellas mismas, eso parecen, moles de peso muerto donde lo aprovechable siempre es menos. Es una cuestión de física señores, si algo alcanza una suficiente masa y existe un movimiento eso genera una inercia, y las inercias…
Tenemos grandes partidos políticos que albergan enormes redes de fuerzas que cruzan intereses internos y externos en todas sus combinaciones: el que sabe algo pide algo, el que recibe algo debe (algo), al que eligen es elegido, el que roba lo hace y calla, y el que calla algo sabe, el honrado desvía la vista, ¿y el honrado? Y el mercado los sábados, bueno no, quizás los miércoles, no podría asegurarlo.
Su mayor cómplice siempre fue la hegemonía, llámalo dos pero es uno. Y en la hegemonía nosotros, tímidos, éramos aún más pequeños, se nos preguntaba como los hijos preguntados respondidos por sus madres, democracia lo llamaban.
A nosotros se nos alimenta de otra forma. Es fácil de ver en verano: hay veranos en que los perros muerden, otros en cambio son veranos de tragedia en la piscina, este año ha sido el verano de la fragilidad de los árboles. Si nos manejan con noticias vanas, puro entretenimiento, qué no programarán para dirigir nuestras sensibilidades políticas.
Aprovecho para presentar mis desprecios al recién salido Gallardón, el último político pura sangre (siempre ha dado gusto verlo en un debate, dicho sea sin ironía), el último político que atentó contra los débiles pilares de nuestro sistema político mientras nos vendía poesía, el único político que ha logrado unir a todos los jueces… en su contra, defendiendo ellos la escasa libertad de ejercicio que les va dejando la denostada y menguante separación de poderes. Talento corrupto el suyo, corrupción no monetaria, no se me entienda mal, pero es casi peor.
Mientras, volviendo al hilo, ellos manejan cifras y sensibilidades, adelantarán las elecciones si les conviene a ellos, de acuerdo a encuestas, tomarán declaración en el congreso al cuasi-imputado de turno cuando menos les perjudique la agenda, sacarán de su chistera triste excrementos ajenos de diferente registro olfatorio, dependiendo de la ocasión, jugando siempre a desviar atenciones.
Y las grandes maquinarias son así, deben alimentar sus inercias. Ahora hablan de regeneración, mejor dicho ahora venden regeneración, están asustados por lo que viene. Podemos, lo llaman, pero podía ser un cerdo en bicicleta, daría igual, lo que importa aquí es su miedo, que les puede obligar a hacer concesiones a la ciudadanía. Lo malo de las regeneraciones en esas grandes estructuras es que deben caer muchos naipes para reformar el castillo y aparte de transmitir buenos gestos y palabras amables no hay mucha disposición a airear aquello enmohecido.
Por eso, después de mi desprecio al político saliente, venga mi bienvenida al grupo entrante, del de la coleta, que dicen. Cada vez les admiro menos pero en este contexto se empiezan a tornar como necesarios, pues han logrado a través de los votos lanzar un aviso, el primero en demasiado tiempo. Solo por eso les aplaudo. Ellos también tienen lo suyo, que nadie se sienta discriminado, pero sus faltas son diferentes a las del resto. El que quiera acabar con ellos lo tiene fácil, quitadles la razón, si Podemos habla de corrupción lo que tenéis que hacer es erradicar (incruentamente, quizás con un cachete-no-denunciable) a vuestros corruptos, no entrar en dialécticas vacías. Con esto y dos cosas más desarticulabais ese partido que tanto duele a algunos. Pero mientras las grandes estructuras políticas se apuntalen sobre políticos de trayectoria histórica y alma forjada en la tibieza de las ambigüedades, mientras los hilos reales del poder continúen ocultos en viejas glorias, entonces, en el durante de ese mientras, costará mucho cualquier cambio.
He leído hoy que las batallas espaciales que hemos visto todos en algunas películas son altamente irreales, que las naves no pueden girar con esa rapidez y precisión, que entenderlo así es una reminiscencia del estilo de combate de la segunda guerra mundial, pero que en el espacio, en ausencia casi total de gravedad, los cambios de dirección, debido justamente a la inercia, son cambios muy lentos, más de lo que imaginamos.
No sé ya lo que he dicho ni lo que falta por decir, pero entre las líneas escritas y lo que entre las líneas hay creo que se han esbozado algunas ideas.

Dejemos esto por hoy.