La política está hoy muy mezclada, demasiado adulterada.
Grandes maquinarias que han perdido el control sobre ellas
mismas, eso parecen, moles de peso muerto donde lo aprovechable siempre es
menos. Es una cuestión de física señores, si algo alcanza una suficiente masa y
existe un movimiento eso genera una inercia, y las inercias…
Tenemos grandes partidos políticos que albergan enormes
redes de fuerzas que cruzan intereses internos y externos en todas sus
combinaciones: el que sabe algo pide algo, el que recibe algo debe (algo), al
que eligen es elegido, el que roba lo hace y calla, y el que calla algo sabe,
el honrado desvía la vista, ¿y el honrado? Y el mercado los sábados, bueno no,
quizás los miércoles, no podría asegurarlo.
Su mayor cómplice siempre fue la hegemonía, llámalo dos pero
es uno. Y en la hegemonía nosotros, tímidos, éramos aún más pequeños, se nos
preguntaba como los hijos preguntados respondidos por sus madres, democracia lo
llamaban.
A nosotros se nos alimenta de otra forma. Es fácil de ver en
verano: hay veranos en que los perros muerden, otros en cambio son veranos de
tragedia en la piscina, este año ha sido el verano de la fragilidad de los
árboles. Si nos manejan con noticias vanas, puro entretenimiento, qué no
programarán para dirigir nuestras sensibilidades políticas.
Aprovecho para presentar mis desprecios al recién salido
Gallardón, el último político pura sangre (siempre ha dado gusto verlo en un
debate, dicho sea sin ironía), el último político que atentó contra los débiles
pilares de nuestro sistema político mientras nos vendía poesía, el único
político que ha logrado unir a todos los jueces… en su contra, defendiendo
ellos la escasa libertad de ejercicio que les va dejando la denostada y
menguante separación de poderes. Talento corrupto el suyo, corrupción no
monetaria, no se me entienda mal, pero es casi peor.
Mientras, volviendo al hilo, ellos manejan cifras y
sensibilidades, adelantarán las elecciones si les conviene a ellos, de acuerdo
a encuestas, tomarán declaración en el congreso al cuasi-imputado de turno
cuando menos les perjudique la agenda, sacarán de su chistera triste
excrementos ajenos de diferente registro olfatorio, dependiendo de la ocasión,
jugando siempre a desviar atenciones.
Y las grandes maquinarias son así, deben alimentar sus
inercias. Ahora hablan de regeneración, mejor dicho ahora venden regeneración,
están asustados por lo que viene. Podemos, lo llaman, pero podía ser un cerdo
en bicicleta, daría igual, lo que importa aquí es su miedo, que les puede
obligar a hacer concesiones a la ciudadanía. Lo malo de las regeneraciones en
esas grandes estructuras es que deben caer muchos naipes para reformar el
castillo y aparte de transmitir buenos gestos y palabras amables no hay mucha
disposición a airear aquello enmohecido.
Por eso, después de mi desprecio al político saliente, venga
mi bienvenida al grupo entrante, del de la coleta, que dicen. Cada vez les
admiro menos pero en este contexto se empiezan a tornar como necesarios, pues
han logrado a través de los votos lanzar un aviso, el primero en demasiado
tiempo. Solo por eso les aplaudo. Ellos también tienen lo suyo, que nadie se
sienta discriminado, pero sus faltas son diferentes a las del resto. El que
quiera acabar con ellos lo tiene fácil, quitadles la razón, si Podemos habla de
corrupción lo que tenéis que hacer es erradicar (incruentamente, quizás con un
cachete-no-denunciable) a vuestros corruptos, no entrar en dialécticas vacías.
Con esto y dos cosas más desarticulabais ese partido que tanto duele a algunos.
Pero mientras las grandes estructuras políticas se apuntalen sobre políticos de
trayectoria histórica y alma forjada en la tibieza de las ambigüedades, mientras
los hilos reales del poder continúen ocultos en viejas glorias, entonces, en el
durante de ese mientras, costará mucho cualquier cambio.
He leído hoy que las batallas espaciales que hemos visto
todos en algunas películas son altamente irreales, que las naves no pueden
girar con esa rapidez y precisión, que entenderlo así es una reminiscencia del
estilo de combate de la segunda guerra mundial, pero que en el espacio, en
ausencia casi total de gravedad, los cambios de dirección, debido justamente a la
inercia, son cambios muy lentos, más de lo que imaginamos.
No sé ya lo que he dicho ni lo que falta por decir, pero
entre las líneas escritas y lo que entre las líneas hay creo que se han
esbozado algunas ideas.
Dejemos esto por hoy.