jueves, 19 de diciembre de 2013

De izquierdas y derechas



Aproximándonos a reduccionismos ideológicos ligados a la orientación, podemos hacer una división topológica de nuestra realidad política, las consabidas izquierdas y derechas.
Hoy únicamente van unas pocas percepciones propias (sin obligación de relevancia) de mi experiencia y mi opinión sobre estos tópicos agrupadores. Cuatro trazos:

1.
-                                       Verdad Verdadera de la Izquierda: Sin trabajadores no hay sociedad
-                                       Verdad Verdadera de la Derecha: Sin empresas no hay sociedad 

2.
                Diferencio la gente “muy” de izquierdas/derechas, de la gente de extrema izquierda/derecha. La diferencia es que en la extrema izquierda/derecha se aporta un componente violento a la convicción política, sea cual sea. Adereza/adultera las convicciones, las agresiviza. Para que me entiendan: un tonto es un tonto, un extremo tonto es un tonto violento, por lo tanto, conviene separar lo no sustancial de lo sustancial (y mi lógico escepticismo hacia los que profesan esos extremos).

3.
                Conozco gente muy buena que es muy de derechas y gente muy buena que es muy de izquierdas, ideológicamente opuestas (si aceptamos esa dicotomía de pensamiento). La mayor diferencia que aprecio, en base a mi experiencia, es que la gente muy de izquierdas es gente muy activa en la sociedad, muy implicada en movimientos sociales (que per se no son propiedad de nadie), en el querer cambiar las cosas a través de la acción consciente, y por el contrario, la gente muy de derechas es menos activa en estos campos (menos activa no es ausente), abanderan menos ilusión, tienen menos esperanza en su poder para cambiar las cosas, limitan la corrección a su persona, lo cual, no se me entienda mal, no quiero decir que sea malo, simplemente que es. Como todo, con gozosas excepciones.

4.
                Ambas, izquierda y derecha, difieren a veces en la estimación del calado de las medidas a tomar. Si excluimos la maldad solo nos queda una alternancia en la inoperancia. Más en algunos casos, ya hablando sólo de un lado, como el de la sanidad.

viernes, 29 de noviembre de 2013

La Alegría de la Política




En ocasiones creo que me parezco a los telediarios que se ven hoy día: solamente destacan lo malo, casi reducen lo reseñable a lo negativo.
No quisiera que este blog ni ninguno de los dos lectores asiduos que tiene de media, redondeando hacia arriba, pensaran que caigo en el negativismo ni en una defensa tangencial de la anarquía por knock-out de contrincantes.

Cierto es que hoy día los políticos que nos toca ver en los medios se encargan de deslegitimar la Política, y lo suelen hacer muy bien.
Cierto es que los medios de comunicación disfrutarían destripando tripas de abuelas si la audiencia así lo requiriese.
Cierto es que tanta recesión y drama nos hace lo mismo que la falta de sueño: nos vuelve irascibles.

Pero por aportar una visión comedidamente positiva creo que a la Política Nacional le pasa como a la Iglesia Nacional: les falla la jerarquía.
El que llega arriba muchas veces es el que ha sabido pisar o el que es fácil de manejar. Incluso hay una tipología curiosa: hay gente que es ampliamente incompetente pero tiene el don de saber escalar sin montañas, con su correspondiente y triste némesis: gente que tiene capacidades sobradas pero no tiene el don u oportunismo de llegar arriba.
Pero sin considerar la jerarquía (los políticos de primer nivel y barrio bajo), hay bases de correligionarios, más o menos crédulos, que desde un convencimiento menos dependiente de consideraciones monetarias, trabajan dentro de su Partido para lograr, desde sus ideas, el bien de todos, el bien nuestro. Tanta admiración a ellos como desprecio a sus jefes, no poca, por tanto.

Modulemos así la apariencia del blog, que también importa. Agradezcamos su labor a algunos políticos, no a todos, obvio, por estar además hoy día debajo de la tempestad y del oprobio generalizado. No sé cuántos son, pero ellos saben quiénes son. Si no os lo digo yo:
-          Si esto lo leyeran todos los políticos del país siéntase insultado usted si en su labor lectora hasta esta línea ha venido pensando: no es tan fácil, es más complicado que esto, a veces hay que transigir con cosas que no nos gustan, hay muchos intereses cruzados como para poder establecer líneas clara, etc. Entiéndase: los defensores de la tibieza.
-          Sienta mi agradecimiento aquel que en el transcurso de esta breve lectura haya pensado otra cosa.

Saludos al resto.

jueves, 31 de octubre de 2013

Fiscales





Empezaba un chiste que leí hace no demasiado en un periódico con una viñeta de un político encerrado en una celda, y decía: Quiero hablar con mi fiscal. Le responden desde fuera: Querrá decir su abogado. Y respondía el político: Sé lo que me digo.
Antecedentes:
Cuando pasa que a nivel político nos toman el pelo, ellos suelen preocuparse de envolver la mentira en cualquier tipo de artilugio, aunque sea casi transparente, les preocupa la apariencia primera que pueda llegar a la opinión pública. La praxis política teme al capricho de la opinión vocerable y por ello intentan impregnar de cualquier dulzor cualquier tontez gestada.
Nos pueden decir que hay movilidad exterior antes de reconocer que los jóvenes se arrojan al extranjero para optar a un trabajo, nos pueden decir que no estamos decreciendo sino con un crecimiento negativo, nos pueden decir que a ese delincuente no se le pagó, sino que se le dio un pago en diferido, nos pueden llenar el alma de eufemismos (desaceleración transitoria, recargo temporal de solidaridad, devaluación competitiva de los salarios…) nos pueden decir cualquier aberración, porque le ponen un lazo minúsculo y parece que así se alcanza el limbo de lo potencialmente justificable.

Por eso, a mi entender, brilla como una estrella el extraño caso de la Fiscalía, empeñada en defender delincuentes de alta cuna, sin tapujos, sin eufemismos, en crudo, está pasando con banqueros, con políticos y con grupos políticos completos. La fiscalía pide que se retire la acusación sobrela Fiscalía en contra del criterio del juez dice no ver indicios de delito en... La fiscalía exige que se retiren los cargos sobre… son frases desgraciadamente cada vez más habituales. Y nadie se hace demasiado eco, quizás la reverberación sonara demasiado fuerte. Nadie se cuestiona el extraño juego de que un fiscal haga el trabajo de un abogado defensor, a pocos les inquieta. No escucho a ningún medio de comunicación escandalizado, y razones no faltan. Vivimos en un país que, en vista de estos óptimos resultados para el poder de turno, quiere, triste y lógicamente, dotar de más poder a los fiscales para poder violar el único poder que se les resiste un poquito, la Justicia. Vendrán ellos con su ejército de fiscales y marionetas, uno por cada dos, para jugar a los abogados defensores, para salvar a los demonios de nuestro sistema, para politizar, en su faceta odiable, el ejercicio de lo justo.
Agradezco en todo esto el insulto que se nos arroja, la crudeza con que golpean, porque si nos obligan a comer cosas crudas puede que al final nos pongamos malos y tengamos que tomar medidas. Mientras, no estaría de más escribir una Oda a la impunidad, eso y despreciar desde lo privado, no sea que se desahoguen con nosotros, a esa parte de la fiscalía que responde a poderes más que a razones.

martes, 6 de agosto de 2013

La casta



Me imagino a Santy contándome la historia, exagerando, como siempre hacía él, solo que en esta ocasión no sería una exageración, cuando me dijera que fueron unos segundos de fuego y muerte donde volaban pesos vivos y muertos a su alrededor tendría que creerle, esta vez sí. Lo pienso así, contándome la historia delante de una cerveza, antes que muerto, no asimilo que fuera en ese tren, y sobre todo que no sobreviviera. Y con todo no siento ni un ápice del dolor que ha sacudido a tantos.
Y pienso, que bienaventurados y desventurados aquellos que son capaces de sentir el dolor ajeno, de ponerse en la piel de los demás para sufrir lo que no tienen por qué sufrir. Porque yo, aprendiz de ser, aprendí a empatizar por cercanía, y a partir de ahí me cuesto caro ante mí mismo. Ahora me duele más porque conozco a Santy si no el dolor sería más ajeno, con un franqueo más lejano. Nobleza diluida la que sentimos muchos.
Y bienaventurados entonces los pocos, los que les viene de casta, los que son capaces de vivir los sufrimientos de otros y luchar para cambiar desventuras ajenas, así, en puro, sin rencillas de mala muerte con los otros, los que piensan distinto.
Bienaventurados ellos, si existen.

viernes, 31 de mayo de 2013

Aritmética de Ideas




A efectos políticos se trabaja lo que podríamos denominar "aritmética de las ideas". La solución al problema en ocasiones no es mala. La convocatoria de unas primarias se traduce a un recuento numérico de las diferentes ideas presentes, clasificadas de acuerdo a una determinada estandarización de la variedad presente. Las votaciones son aritmética de ideas, y mediante fórmulas más o menos malévolas, o sujetas en mayor o menor medida a los intereses de los grupos mayoritarios, se llega a una solución de conveniencia, donde las ideas más representativas son las que, dentro de un cierto marco legal previo, representarán los intereses de la gente. Con los defectos por todos conocidos en la rabiosa realidad de hoy en día.

Pero en esta ocasión pretendo centrar el foco en las "Aritméticas de suma cero", tema ya tocado al hablar del voto útil.

Aritmética de suma cero es lo mismo que estrategia, y esta estrategia la identificaremos con perfidia. Aritmética de suma cero sería utilizar una idea para negociar. Ejemplos: Yo no hablo de esto si tú no hablas de aquello. Yo no te pregunto de esto si tú no me preguntas de aquello.Si tú retiras esa propuesta yo no hago fuerza por sacar adelante esta idea que iría en contra de tus intereses. Se podrían poner muchos ejemplos más, que sin necesidad de imaginar mucho podemos intuir que ocurren en la realidad.

Pero resulta que ser fiel a las ideas que representamos no nos suele acercar al poder pero sí a la honradez, lo cual se entiende como inconveniente en la palestra política. Las ideas se mediatizan hasta el punto de ser peones en una partida de ajedrez. Y si nosotros pensamos que el mundo sería mejor si pudiéramos llevar a cabo nuestra idea A, y también nuestra idea B, y la C, la D, etc. Si así pensamos la única opción honrada que tenemos es ser responsables de nuestras ideas, hasta donde nos lleven. Y decir pública y privadamente que pensamos A, B, C, D y X. Y no vender y matar nuestra idea B por evitar que el otro grupo saque su idea M, o aún más triste, por dinero o por poder. ¿Por qué? Porque el bien mayor es mentira, solamente existen los bienes pequeños y su agregación, las cosas se empiezan desde abajo (se hacen desde abajo y se miran desde arriba), porque el conjunto de nuestras ideas es nuestro ser, y si nos corrompemos y somos mercaderes de nosotros mismos con la intención de alcanzar un bien mayor es que no hemos entendido nada; perdemos lo que antes habíamos llamado norte y nos vemos atrapados en una red de mentiras, en máscaras, artificios y engaños, nos convertimos en manipuladores al querer resaltar lo bonito y ocultar lo sucio. En las películas americanas lo entendemos mejor: ¿sacrificamos a esos 200 rehenes para salvar toda la ciudad? Siempre les surge la duda ,y siempre, al menos en esas películas, encuentran la forma de no sacrificarlos. Aquí no es con personas, es con ideas, pero es similar. ¿Sacrifico 20 ideas para tener una mayor posición de poder que me permita estar más cerca de poner en práctica el resto de mis ideas?

Por volver al origen matemático de la disertación: Una idea nunca anula a otra. Y esto funciona en todos los ámbitos de la vida: si tengo que pedir perdón por algo que hecho mal lo pido, da igual que al que pido perdón me deba una disculpa de antes. Son dos cosas diferentes. Al igual que dos ideas diferentes, valga la insistencia, son diferentes y por ello no anulables. Las ideas no deberían entrar en ningún mercado, bajo ninguna circunstancia (pero claro, si yo quiero poder, o dinero, u otra mercancía, tengo que pagar algo).

El resto es mediocridad, vagar sin rumbo claro.