Me surgen preguntas que podrían parecer obvias pero que,
vista la realidad política que vivimos, no son baladí. ¿De quién es un partido
político?
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¿De los militantes?
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¿De los votantes?
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¿Del aparato del partido / estructura?
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¿De todos/nadie?
En la práctica estamos viendo que los partidos son de sus
dirigentes, capaces de convocar o no a sus militantes de acuerdo a los
intereses perseguidos, de agarrarse a sus estatutos aunque estos ardan si así
les conviene, o de hacer un avión de papel con ellos, según el viento que corra…
¿El criterio de los órganos del partido es más cualificado
que el de los militantes/votantes? ¿Tiene sentido o tienen derecho a ejercer
esa supremacía ideológica? ¿Podrían regularse estas “injerencias” orgánicas
para responder a un modelo participativo más real? ¿Hasta qué punto podríamos
acercarnos a ello sin trabar demasiado la funcionalidad? Recordemos el siglo en
que vivimos, el tele-voto, por ejemplo, tampoco nos insisten con eso, ¿no? Deben pesar más
las estructuras creadas, con sus dineros, sus sillones y sus expectativas de
status quo, más que los ideales, tan blanditos.
Quizás por eso todo se reduzca a un tema de poder, el anillo
único y esas cosas…