jueves, 30 de diciembre de 2021

Balance de 2021

El balance que hago de 2021 a nivel político es un balance pobre, en el que se han percibido fuertes luchas de poder, un parón en los populismos que tanto avanzaron en años pasados, las palabras por su parte continúan tan volátiles como siempre, estamos cerca de perder hasta el desengaño, parece que estamos volviendo a los dos grandes bloques ideológicos, solo que lejos de la juventud y la militancia, es más la resignación a afrontar nuestra propia ideología. Soy consciente del pesimismo que transmito, pero tampoco creo que se esperase mucho de este año. Lo bueno del abajo es que contiene el germen del arriba. Si mal no recuerdo, en un precioso cuento de John Crowley lo llamaba el secreto del viento del norte, que no era otra cosa que la promesa de la primavera ya desde la oscuridad del invierno. Brindo por ello y por ellos, los que lo harán posible.

martes, 28 de diciembre de 2021

A better world

Hagamos del mundo un lugar mejor.

Desconfiemos de cualquier político que nos insista en que no ha hecho nada ilegal cuando todos sabemos que ha hecho algo de dudosa moral. Creamos más en la persona que, cuando tira la basura, recoge también ese papel del suelo que no es suyo, porque aparte de cumplir lo que se espera de él, está haciendo del mundo un lugar un poquito mejor.

Esta vocación altruista es sin duda algo más difícil de identificar, por contra, el legalismo que enarbolan cuando dicen que no han pisado la línea, debe servir para que los ubiquemos en un espacio relativamente preciso, como en el escondite inglés, sin mover las manos ni los pies, y todos intuimos qué pasa cuando dejamos de mirar...

miércoles, 20 de octubre de 2021

Hermoso prejuicio

Devolvamos al prejuicio algo de su valor, que lo tiene. Su enorme connotación negativa no le hace justicia. Un prejuicio también puede contener sabiduría procesada con rapidez. Hay que saber utilizarlo, claro, como también hay que saber usar un martillo: si no se tiene precisión hace daño. Pero si se usa con una indefinida destreza el prejuicio funciona como un potente método de discernir: esto es bueno, esto es malo, no me lo creo... o lo que sea. Se suavizan los matices y se traza una línea de regresión (o tendencia) entre los innumerables puntos que componen la compleja realidad: apuntan una dirección, una línea orientada. Y eso, bien hecho, es sabiduría rápida. Es arte, como muchas cosas buenas. Tener un método para ahorrarnos cavilaciones, dudas y tibiedades no es algo como para desdeñarlo a la ligera.

Si fuera un juego de cartas habría que jugar esta carta con la carta de "apertura de mente", no saquemos conclusiones radicales, y parece que me estoy ya contradiciendo (el prejuicio me ayuda a discernir, pero no te tomes la conclusión demasiado en serio...). Puede ser, pero en esta contraposición intuyo que está la magia.

Aprendamos a usarlo. Hay personas de las que no me fío, y que me demuestren lo contrario. Y también lo contrario, hay personas que me caen genial, porque sí, y me caerán así de bien hasta el día de mi muerte, lo sé. Asumo la injusticia latente que puede haber en estos juicios rápidos, ojo, que también la hay en los juicios lentos.

Y en política pues también. Por ir a los prejuicios simplistas: algunos no me caen bien (aunque tenga afinidad con sus ideas), y al revés, otros me inspiran respeto, aunque habiten las antípodas ideológicas, y es con esto con lo que demarco la superficie en la que habita mi pensamiento. 

La complejidad no se evapora: gente que no trago puede hacer cosas buenas (a mi juicio) y al revés, pero oye, a mí algo me ayuda, me permite darle algo más de sentido a todo.

Creo además que el prejuicio no es un juicio basado en la irracionalidad, lo veo más complejo que eso, diría que se basa en intangibles que contienen una gran computación y un gran análisis de datos. ¿Qué es si no, por ejemplo, el lenguaje no verbal? También se basa en intangibles, cuesta explicarlo, pero en ocasiones hay signos, que nos costaría verbalizar, que apuntan con claridad en alguna dirección; no nos ha pasado alguna vez que hay algo en el andar, en el hablar, en el hacer de alguien que nos grita en silencio: ¡cuidado! Que sí, la realidad es más compleja, soy el primero en no creer en héroes o en villanos, es muy raro que existan (algunos hay), pero el arte del prejuicio debería estudiarse, practicarse y merecer un respeto que hoy no tiene.

Tengamos prejuicios... y seamos críticos con nosotros mismos, quizás se nos dé mal, como a mí los idiomas, o quizás nos sean útiles, démosles esa oportunidad, saquémosles de ese inmerecido ostracismo social.

sábado, 24 de julio de 2021

La relación entre cruzar la calle, los derechos y los deberes

 En ocasiones hay patrones de comportamiento que son extrapolables a otras niveles de la vida.

A mí me gusta mirar a la gente por la calle, y un aspecto muy curioso de observar es fijarse en cómo cruza la gente las carreteras de la ciudad.

- Están los respetuosos y cumplidores: esperan a que el semáforo esté en verde para ellos para cruzar por el paso de peatones. Estos a su vez se subdividen entre los que se cercioran visualmente de que no hay peligro, mirando a ambos lados y los que no confirman nada visualmente.

- Están los funcionales: cumplen las normas pero las adaptan a una interpretación funcional: si no viene ningún coche ¿por qué no cruzar? Estos casi siempre acompañan su acción con una confirmación visual previa, son cautelosos.

- Están los que incumplen las normas pero acercándose más a la conducta temeraria. Y aún así se subdividen, entre los que "miden" y "controlan" y saben lo cerca que les puede pasar el toro, y los que, en apariencia se acogen a un comportamiento puramente temerario.

Y esto me sirve para imaginar (sí, imaginar) lo que puede pasar por sus cabezas.

- Hay quien sabe que tiene derecho a cruzar si se dan las condiciones (semáforo, paso de cebra), y ejecutan ese derecho con obstinación: no tienen por qué mirar a los lados; priorizan su razón (la llevan) a su seguridad (un conductor puede saltarse un semáforo). Muestran una seguridad pasmosa, poseedores de la razón en un mundo que necesitan que se rija por la lógica.

- Hay quien sabe que está actuando de acuerdo a las normas, lleva en cierta forma la razón, pero aún así confirma que puede cruzar con seguridad, mirando con cuidado. Ejecuta su derecho a cruzar (lo tiene si cumple las normas) pero además le suma una obligación a mirar, al fin y al cabo su vida, al cruzar, no sólo depende de él, también depende de la conducta de cualquier otro conductor con el que coincida.

- Están los que cruzan por cualquier parte con cautela, de alguna forma no creen que las normas sean para ellos, se sienten capacitados para adaptarse a la jungla del tráfico a su manera, van por libre porque se sienten desenvueltos en ese ambiente.

- Están los que desafían las normas, inventan su derecho a cruzar por pleno derecho en cualquier situación, miran desafiantes a los conductores que tienen que parar ante su presencia.

- Y están los que viven en otro mundo, campan libres sin ni tan siquiera tener que desafiar a nadie, ellos son. Y ya.

Terminemos la analogía:

A. Hay gente que cree que tiene derechos pero sabe que también tiene deberes, y tiene que ejercer ambos de forma simultánea para que todo funcione bien.

B. Hay gente que hace más hincapié en los derechos que tiene que en sus obligaciones. Se siente con la necesidad constante de reivindicar sus derechos, basados en la ley y la razón. Y llegado el caso con el ejemplo de cruzar calles, podrían llegar a morir atropellados al tener la obstinación de su derecho a cruzar.

C. Hay gente que siente que tiene derechos y de alguna forma, a su manera, interpreta las obligaciones que pueda tener, con cierta laxitud. Pongamos que puedo defraudar a Hacienda, o engañar al seguro, o no pagar IVA, ¿qué hay de malo en actuar así? Luego pediré colegios, hospitales e infraestructuras, ¡tenemos derecho a este estado del bienestar!

D. Hay gente que crea sus propios derechos, no fundamentados en leyes o razones, pero que los enarbola y los autolegitima sin pudor. Los deberes y obligaciones no van con él, cumplirá los mínimos imprescindibles. Lo más fácil es partir de tópicos: los bancos nos roban, los empresarios son capitalistas, el estado es opresor,.. lo cual justifica que yo haga lo que me dé la gana.

E. Y por último hay gente ajena al bien y el mal, sin sentir deberes pero sin sentir tampoco derechos, culebrean por la vida dando traspiés, y en ocasiones cayendo. No quieren molestar ni que les molesten.

¿Tú con quién te identificas más, cómo cruzas la calle? ¿De verdad que no sentís todo esto cuando veis a una persona cruzar?

viernes, 23 de julio de 2021

Micro cuento de antipolítica

Desposeo a algunos amigos, ya con poder creciente y por ello peligrosos, permito la cercanía de algunos enemigos, débiles y en una espiral autodestructiva, lanzo pequeñas consignas contra la oposición, agradablemente callada, o acallada debido a mi control de los medios. Hago todo eso, y los analistas dicen que mi jugada ha sido políticamente perfecta. ¿En qué momento exacto la palabra "política", tan devaluada, llegó a perder TODO su significado?

lunes, 26 de abril de 2021

Política de conflicto

No escribo desde hace tiempo porque un profundo hastío me lo impide, un cansancio hacia todo lo que huele a política. Estoy cansado de escuchar siempre los insultos, los berrinches, las consignas, las descalificaciones; estoy cansado de ver cómo se esmeran en transmitir su supuesta superioridad ideológica, o su sola necesidad de enfrentarse por enfrentarse. Estoy cansado de escuchar a todos llamar fascistas a todos. Estoy cansado de escuchar palabras arrojadizas (comunismo, libertad, democracia, bolivariano...), vaciadas con esmero y usadas todas como arma. Estoy cansado de que su simplismo de consignas nunca se identifique con sencillez. Estoy cansado de su odio latente, evidente y visibilizado.

Por eso escuchar hoy un debate en televisión como los que pensaba que ya no había, sin políticos ni periodistas, sólo cuatro intelectuales con su lucidez, ha sido puro oxígeno y alegría. Ideas que orientan y acompañan, un faro necesario que no suele aparecer en prime time... No estamos solos, y es motivo de alegría.

Y no podía falta ahí José Antonio Marina (no es verdad, podía faltar, pero su presencia es siempre enormemente enriquecedora), y todo lo que decían ha despertado mi atención y mi respeto. Gracias, a todos, incluida la cadena de televisión. 

Ni siquiera voy a entrar en su contenido, no podría transmitir toda la profundidad y el enorme calado de sus palabras. Sólo me senté a escuchar, con calma y atención, y ya.

Eso sí, dice Marina, refiriéndose a nuestro panorama político nacional, que la solución pasa por que el conflicto se convierta en el problema. ¿Cómo te quedas?