Vamos a conceptos básicos o al menos universales: ¿El fin
justifica los medios? ¿Un buen fin justifica unos medios “sucios”? ¿La política
imprime una marca de agua sucia e intrínseca al propio juego político? ¿Cualquier política que quiera postularse como
alternativa debe luchar en el barro? ¿Es factible la posibilidad de “sucios los
medios limpios los fines”?
Añadimos conceptos: Sociedad 2.0, ¿implica eso que cualquier
política debe someterse a las reglas del marketing?
¿Están condenadas a un aroma populista todas las nuevas iniciativas políticas
que quieran tener opciones? ¿Son necesarios todos los conservantes y
edulcorantes para que a nadie le siente mal esta nueva política? ¿El voto
inercial (o inerte) a los grandes partidos obliga fuera de toda posibilidad a
las nuevas políticas a luchar con artimañas?
Dicho esto. Mi visión:
Creo que lo turbio engendra turbio. No creo que de medios
sucios florezcan fines limpios. Cito una entrada de este blog: http://alter-politica.blogspot.com.es/2013/01/las-raices-del-mal.html
Creo que todo mal tiene sus raíces y creo que las raíces grandes vienen de
raíces pequeñas. El problema es también que la ilusión se convierta en
fanatismo (sigo citando este blog: http://alter-politica.blogspot.com.es/2011/01/ilusion-fanatismo-y-utopia-1conceptos.html),
que durante ese bonito querer cambiar la sociedad a mejor nos olvidemos de las
ideas que sustentaron ese moverse, esa intención, ese querer, que con tantas
ganas de cambiar las cosas y hacerlo bien acabemos pasándonos de impulso,
fanatizando la belleza de lo justo. Si carecemos de cuidado desde los comienzos
estamos abocados a convertirnos en lo odiado. Última cita de hoy: http://alter-politica.blogspot.com.es/2012/08/cabezas-acomodadas.html
leedla o re-leedla, merece la pena.
No me identifico con ideales románticos, no van conmigo,
tampoco acostumbro a vivir en la utopía, sangra demasiado el mundo para
olvidarlo entre algodones de ideas. Pero creo que desde lo real otra política
diferente a la otra política es posible.
Dicho lo cual, Dani, para mí PODEMOS posiblemente sea el mal
menor, es decir, lo mejor de lo que más se ve, y resaltaría la acepción
negativa: son lo menos malo de lo grande. ¿La esperanza? Que las pequeñas
raíces turbias que ya se intuyen sean aún abordables, eliminables, que aún
exista un destino en manos de sus militantes (no será así eternamente). Lo
cual, a este extraño escribiente, no le vale, les votó poco (algo) y no piensa
en principio volver a votarles. Muchos diréis que mi voto es perdido por no ir
a ninguno de los que acumulan dos dígitos en porcentaje de voto, pero no, para
nada me parece absurdo promover una resistencia a estas perversiones a pequeña
escala. No me sumaré a ese cambio, al cual deseo el mejor de los devenires,
quisiera que el tiempo me quite la razón de todo lo que estoy diciendo,
sonreiré si así es.
Creo, por último, que los ciclos escapan a nuestra
comprensión, y que las cosas rápidas garantizan errores. No sé si esta es la (única)
oportunidad de asaltar los cielos que tenemos (¿que tenemos quiénes?) pero no
olvidemos que asaltar hoy el poder puede implicar una recesión en materia
social en un futuro cercano, o no. Por eso las cábalas y el forzar las cosas
hablan con una voz en falsete… Además, adentrándome en la más profunda
subjetividad, me sigo sin fiar de las nuevas élites, no les dejaría al cuidado
de mis hijos.
Volviendo al título. Los fines y los medios... ¿podrían dialogar? Ciertamente sí, pueden dialogar, pero no, no deberían, mejor si no tienen por qué discutir.