viernes, 30 de diciembre de 2011

Alter-nativas

Por eso de acabar el año con una apoteosis sin mesura, desentendiéndome de precauciones y de intermediarios, por señalar a un sitio lo suficientemente alto como para apuntarlo no solo en el cuaderno de cosas-para-no-olvidar sino también en el cuaderno de cosas-para-repasar-con-perodicidad, lanzo una reflexión ya hecha por un tal SCHATTSCHNEIDER:

La definición de las alternativas es el instrumento supremo del poder. Aquel que determina de qué se trata la política maneja a la nación, porque la definición de las alternativas es la elección de los conflictos y la elección de conflictos localiza el poder

Surge una pregunta en la cual cada uno debe responderse con una humildad crítica: ¿en qué empleo mi energía?
¿Quiero presentarme voluntario en todas las discusiones?
Seamos ricos: generemos nuevas discusiones como antesala de nuevas alternativas, o viceversa.

lunes, 31 de octubre de 2011

Lo que no queremos

Es a veces la lógica la que nos impide y nos incapacita.

¿Qué es aquello que también necesitamos? Lo que no queremos, lo que no nos hace falta. Es eso lo que finalmente nos va a salvar de una parte no-bonita de nosotros.
Y es por eso que
- el nacionalista necesita viajar y adorar otras tierras
- y ese militante de la izquierda de la izquierda debe leer La Razón y ver Telemadrid
- y el apóstata recuperar el concepto de caridad desde el ostracismo, al menos un poquito
- y el defensor de la familia aprender a ver la familia en las personas y no en las estructuras
- y el creyente amar al ateo, como si diera igual creer

Porque hacerlo nos enriquece, porque incorporamos nuevos enfoques, porque NO lo olvidemos, hay gente buena que cree en ideas diferentes a las nuestras, y si crear otra política es nuestra intención, deberemos aprender a buscar el "otros" en el "nos-otros".
Y huir, correr muy rápido, escaparnos de los colores puros, de las razas arias, de los titulares demasiado claros.

jueves, 4 de agosto de 2011

15-M reflexiones

Hablando del 15-M se podrían y se van a escribir libros. El tema recoge una amplitud de ideas y análisis que escapan a cualquier resumen. Solamente unos esbozos:
- ¿Es un movimiento político el 15-M? Claramente sí, fuera de los cauces habituales pero sí, es una forma de reivindicación de otra política, ajena a los estándares habituales.
- ¿Servirá para algo el 15-M? El movimiento sigue, y por tanto es incompleta cualquier evaluación a día de hoy. Pero ya ha servido. Ha servido para des-oxidar la ilusión (a través de la indignación) para reivindicar el movimiento como origen del cambio, ha servido para recordar que no hemos olvidado las utopías. Los individuos estamos biológicamente vivos, pero a nivel de sociedad el 15-M recuerda que los ciudadanos estamos socialmente vivos.
- ¿Representan al conjunto de la sociedad? Con usos tendenciosos se afirma que al fin y al cabo, aun siendo miles, son pocos comparados con (como dijo una vez un político) la “mayoría silenciosa que no se manifiesta”; lo cual es una aproximación intencionadamente errónea. Esta movilización cuasi-permanente de miles de personas reflejan un amplio sentir. ¿Qué es lo último que interesa a estos políticos ciegos? Constatar mediante alguna encuesta el grado de aceptación social que tiene el 15-M, quizás les asuste ver escrito que por cada uno que sale hay 100 que no salen y lo apoyan. El no hacer un estudio de este tipo contribuye a desinformarnos y a hacernos creer menos fuertes. Pero todo apunta a que el movimiento tiene una amplia acogida social.
- ¿Qué deberían hacer en el 15-M para lograr cosas? Ya están logrando cosas. Pautas para influir más: huir de abstracciones, presentar propuestas concretas, mantenerse despolitizados respecto a la política habitual (perderá fuerza si lo reducimos a la izquierda de esa disfuncional dicotomía izquierda-derecha), gestionar las fuerzas con repuntes y descansos, invertir fuerza en coordinarse siempre y más.
- ¿Es lícito ocupar las plazas? El movimiento se desarrolla desde la resistencia pacífica (aunque haya quien viole este principio), y las plazas son espacios públicos, tomar una plaza en estos términos es llamar socialmente a la vida, juntarse gente que aspira a mejorar la sociedad, intentando no provocar perjuicio a nadie, ¿qué hay mejor que eso? Molesta porque atenta simbólicamente contra el trasnochado orden imperante, recuerda que hay cosas en el sistema que no funcionan y de las que no se hablan. Ocupar la calle. Es bonito, puede ser el principio de algo.
- ¿Ocasionan perjuicios a los comerciantes? No más que las eternas obras que asolaron SOL. No más que la policía, que ha tomado recientemente la plaza de SOL. Pero también esos miles de personas quizás compren una botella de agua, o algo de comida, o lo que sea. Al argumento se le puede dar la vuelta. Por tanto es un argumento demagógico. Si ese es todo el mal que provoca el 15-M parece que está yendo todo bastante bien. Los sueldos vitalicios de algunos políticos restan mi renta real, me perjudican. Que Telefónica con beneficios record ejecute un ERE me perjudica, hay más parados que tiran del sistema hacia abajo, me perjudica esa gran empresa por su forma de proceder. Y podría ser una larga lista.
- ¿Cuáles deberían ser las reivindicaciones más importantes? Yo pondría las primeras aquellas que fueran capaces de autoregular el sistema hacia un sitio mejor: mejoraría el sistema si se exigiera una transparencia atroz de las cuentas a todos los niveles políticos, si se castigara sin contemplaciones la corrupción, si se abriera un debate sobre la ley electoral. Este tipo de cosas cambiaría las normas del juego, y darían pie para acometer otras reformas igual o más importantes. Es una cuestión de orden y estrategia.

El 15-M es un sueño con jirones de realidad de una sociedad que se mueve.

viernes, 6 de mayo de 2011

Medicina de Campaña

Ahora que comienza la campaña electoral no está de más recordar unas palabras de Platón, por evitar males mayores y no perdernos en euforias vacías, porque aún nos sentimos jóvenes:

Cuando en las asambleas públicas, en el foro, en el teatro, en el campo o en cualquier otro sitio donde la multitud se reúne, aprueban o desaprueban ciertas palabras y ciertas acciones con gran estruendo, grandes gritos y palmadas, redoblados por los ecos y las bóvedas. ¿Qué efecto crees que producirán tales escenas en el corazón de un joven? Por excelente que sea la educación que ha recibido, ¿no naufragará necesariamente en medio de estas oleadas de alabanzas y de críticas? ¿Podrá resistir a la corriente que le arrastra? ¿No conformará sus juicios con los de la multitud sobre lo que es bueno y vergonzoso y procurará imitarla?

(La República)

jueves, 24 de marzo de 2011

Aplausos

Sin que nos suene raro, suele ocurrir que los grandes grupos políticos se esmeran en definir ciertos límites, en posicionarse por oposición (nótese la estupidez que se deriva de la pseudo-tautología). Me vienen a la cabeza los recurrentes aplausos del grupo político a su orador, sea cual sea el orador, siendo el caso más interesante el de las Cámaras, con ese cara a cara donde en ocasiones desde uno u otro sector del hemiciclo más que argumentos se manejan datos maquillados o parciales y dardos sintácticos. Cualquier buena pregunta puede ser destrozada por abstracciones que hay quien se empeña en denominar respuestas. Cualquier alusión personal hecha en un tono jocoso, alocuciones culturetas, fruslerías pseudo-inteligentes, ironías finas, gruesas o medias, etc., sirven para triunfar en esa cuestión o debate. Cualquier lucidez o estupidez recibe el aplauso del grupo, lo cual nos hace pensar que el aplauso para ellos no significa nada inteligente ni ciertamente inteligible, cuanto menos. Se elude el aplauso lógico, sus señorías (curioso nombre), los parlamentarios, diputados, senadores y demás fauna cameral, priman el aplauso (llamémosle) psicológico. Yo lo entiendo como algo más ancestral, tiene función de intimidar, de minar el ánimo del rival (¿por qué se entienden como rivales?), de imitar el modelo de tertulia de Tele5, donde el que más grita más razón dice que lleva; me recuerda a lo que cuentan del toque marcial de las gaitas de guerra, donde lo que importaba no era la música, era la intimidación del (aquí sí) rival, en este caso lo que importa no es el significado del aplauso implica su instrumentación contra alguien. Da igual la calaña de la estupidez o lo grandioso del acierto del orador, el aplauso suele ser el mismo, el aplauso no significa nada… bueno, en situaciones flagrantes (que las hay) dice mucho de la estupidez de sus señorías, y me remito al tema del Metrobús, por concretar algo, por mensurar la ilógica de la realidad política, y sabiendo pocos políticos están libres de ciertos aplausos.
¿Veremos alguna vez aplausos repartidos en gente dispersa de diversos grupos políticos? Sería un avance hacia la huida de ese simplismo de compartimentos, de ese odiable reduccionismo des-diversificante.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Poder

Con todas las expectativas que pudiera levantar este tema, realmente es muy fácil de plantear en sus términos principales. Para mí la cuestión fundamental se reduce a saber el precio al que compramos el poder en los procesos políticos.
El poder permite cambiar las cosas, pero la gran fuerza que tiene el poder es que también tiende a cambiar al que lo ejerce.
Planteado en términos más políticos:
1. El buen político prima a la sociedad por encima de sus intereses.
2. El político llega a tener (más o menos) poder.
3. El poder nos cambia a nivel de Ego, potenciándolo
4. El ego tiende a acentuar (obviamente) el yo en detrimento del tú (del resto)
5. Pueden aparecer invitados no deseados: deseos de visibilidad, afán de protagonismo, sensación de poder (que lo separaría del ejercicio del poder), sentimiento de invulnerabilidad, alteración en la percepción de la justicia de una forma auto-reflexiva (me lo he ganado con mi trabajo, sólo le he echado una mano, me lo merezco), etc.
6. Los “invitados” pueden ocupar al huésped y predominar sobre él (en ese caso el mal-político)
Esto, lógicamente, no tiene por qué ser así, es solamente que puede ser así y conviene tenerlo muy presente, porque entrando en esas espirales las facultades de percepción se alteran con facilidad.
Digamos que hay gente que a través de su vivir cambia la vida, gente a la que le cambia la vida, y gente como yo, que hacemos lo que podemos, e incluso menos.
Pero quedan aún cuestiones: ¿el partido político debe perseguir el cambio de las cosas o el poder para conseguir el cambio de las cosas? ¿hablamos de lo mismo o hay matices? Evidentemente las cosas no se cambian si no se pueden cambiar, es pura retórica y además es así, el poder se necesita. Y en este tema no ofrezco respuesta, el poder debe controlarse, ¿pero quién? ¿cómo? Y el clásico: ¿quién controla a los que controlan? Etc.

jueves, 10 de febrero de 2011

Agresiones simbólicas

El juego de las imágenes antagónicas, en el que "intelectuales de derechas" e "intelectuales de izquierdas", someten a sus adversarios y a sus estrategias a una reducción objetivista, tanto más fácil cuanto más interesada, es porque la explicitación está condenada a seguir siendo parcial, y por consiguiente falsa, mientras que excluya la comprensión del punto de vista a partir del cual se enuncia (...) No son otra cosa que agresiones simbólicas (P.Bourdieu)

Teniéndolo presente será más fácil tenerlo ausente

domingo, 9 de enero de 2011

ILUSIÓN, FANATISMO y UTOPÍA. (1.Conceptos)

La ilusión y el fanatismo comparten, entre otras similitudes, la utopía. Antes de empezar digamos que no vale cualquier ilusión, antes de empezar digamos que no vale cualquier fanatismo. ¿Características fundamentales de cada una? La ilusión empuja, el fanatismo obceca y empuja.
La ilusión se integra en otros marcos de pensamientos, aprovecha de ellos lo aprovechable y además de manera no destructiva, no impone, aunque cuando brilla impera; la ilusión mientras existe es eterna, hasta que se desvanece. La ilusión da motivos a aquel que necesita motivos, da movimiento a la quietud, da poesía a las palabras.
El fanatismo sustituye marcos de pensamiento, a los que destruye o subyuga, impone e impera. Al ser fanático de una idea se enfrenta esa idea contra el resto de “todo”, se contrapone ese pensamiento al resto de realidades, se reconoce una realidad solamente univariable y definida; desde el fanatismo se descartan las incertidumbres y las paradojas del vivir, se torna en imposible lo no explicable con palabras, porque siempre se es fanático de algo concreto; se transige desde el desprecio, ya que todo enemigo es ilegítimo.
Fanatismo e ilusión comparten muchas características para ser conceptos tan abruptamente opuestos, parece incluso que el fanatismo puede asimilarse como una degeneración de la ilusión como concepto. Ambos pueden llegar a ser flechas vitales, indicadores de dirección, dando claro sentido al vivir; pero uno comparte mientras el otro destruye, uno es simbiosis y el otro depreda.
La utopía, en lo que respecta a lo hablado, no hace falta explicitarla, está ahí.
Sólo deseo: que las citas célebres que nos encandilan nos ilusionen, que los ejemplos vitales de personas, nuestros héroes, nos ilusionen, que tengamos la fortuna de ilusionarnos en los pequeños detalles, ya que llenan gran parte de nuestra vida. Y que no nos fanaticemos, que no seamos más papistas que el papa, ni más “cheístas” que el Ché