jueves, 30 de septiembre de 2010

Demagogia

La demagogia y la política son dos conceptos con una afinidad que puede llegar a ser profunda. Tomando como referencia el actual contexto político español podemos afirmar que la demagogia se encuentra muy arraigada en el discurso político. Es un fantasma que se conjura y se lanza como un comodín maldito y desgastado. Se acusan unos a otros de demagogos, lo cual resulta curioso desde el momento en que la demagogia se encuentra en el origen de casi todos los discursos, con mayor o menor perversión, desde la utilización de eufemismos que intentan conducir las ideas a través de sutiles modelados del lenguaje hasta situaciones flagrantes que intentan justificar con una estúpida naturalidad lo imposible. Ciertamente sería bonito creer que en Madrid no hay atascos, o sería curioso poderse subir el sueldo un 75 % con la altruista promesa de donar la subida a una ONG.
La demagogia en los discursos se basan, tienen su origen en la simplificación de la realidad en la dicotomía bien-mal. Nosotros somos buenos, ellos son malos. Nosotros hacemos todo bien, ellos hacen todo mal. Nuestros fallos son consecuencia de nuestra extrema bondad, sus errores son perversos y demuestran su incompetencia, etc. La sociología de grupos quiere tomar protagonismo en estos planteamientos, el exogrupo y el endogrupo claman por ser definidos.
La realidad es siempre más compleja que las poco inocentes simplificaciones, pero, y aquí se abre la puerta a otro largo tema, las simplificaciones tienen un mayor poder comunicador y movilizador. Ya se puede plantear de forma inicial la pregunta: ¿hasta qué punto es legítimo desequilibrar la balanza? O lo que es lo mismo, la demagogia es más útil para comunicar pero está más alejada de la realidad, ¿cuál debe ser la elección? Yo opino que la extrema demagogia, bastante presente en el panorama actual, debería ser erradicada en un ejercicio de responsabilidad. Pero (y ya van dos peros de largo alcance), ¿son todos los militantes y votantes conscientes de las demagogias que plagan el discurso político? Los (llamémosles) incondicionales, ¿ven que la exageración es una exageración con tintes de populismo? Abunda el “no”, por lo que se añade una nueva dimensión de complejidad.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Manifiesto inicial

Este blog pretende ser un tratado no exhaustivo y lateral de “otra política” (porque quizás otra política sea posible), un conjunto interrelacionado de ideas que claman por la posibilidad de construir una política basada en otros valores. La aproximación que me veo capaz de hacer me dejará en un lugar indeseado, pues atentaré, por mencionarlos, contra los cimientos de las ideologías que funcionan como pegamento en los partidos políticos. Cuestionaré a lo largo de las entradas del blog, incluso sin nombrarlas, las izquierdas y las derechas. Separaré dos cosas: las ideas que dan origen a la política, y la política que da forma (y reforma) a las ideas. Tengo mis dudas de que este blog sea leído por alguien, y que si lo hace lo encuentre interesante. Para mí es un ejercicio de auto-realización en sí, y estaré contento tanto si llega a alguien como si no, lo cual me da paz.