Imaginaros... bueno, spoiler, no os imaginéis, tal cual.
miércoles, 15 de noviembre de 2023
Alta política II (pedanías)
sábado, 4 de noviembre de 2023
Alta política I (el cole)
Imaginaros... bueno, spoiler, no os imaginéis, tal cual.
Un colegio público en España, educación en valores y eso, actividades extraescolares, fútbol, cómo no. Muchos niños en el equipo, se quiere dividir, y así, no sin cierta controversia, se decide dividir el equipo en dos, ¿criterio? Nivel. Primera vez que se decide eso en 16 años de extraescolares. Chat con los padres, cargados de bonitos eufemismos, ¿realidad para los niños? Equipo de buenos y malos. Bueno, podría funcionar sin más vueltas, por qué no. Pero no. Se empiezan a dar rápidamente casos en los que, ya en el patio, no se deja jugar a algunos niños; del equipo de los malos, claro. Algún niño además lo interioriza de una forma regu (ahora manejo yo algún simple eufemismo). Venga, reunión de padres, vamos a hablarlo, han pasado apenas 3-4 días, los equipos ni están todavía inscritos en la liga escolar. Vamos a hablarlo, y sí, pero... no. Hablemos de equipo A y equipo B, todos entendemos. Los padres del equipo A, en bloque, opinan que no, sin más. Que sus hijos merecen tener la mejor educación (futbolística) posible, que separando cada uno aprende a su ritmo, que es lo más (¿pedagógico?). Sí, pedagógico. Dicen. Alguien les intenta explicar que la pedagogía, al menos hoy, es otra cosa, que los niños, en el cole cole, no se les segrega por niveles, que están todos mezclados, que eso es bueno para ellos, que así se fomentan valores (¿valores?), que hay escuelas de fútbol más allá del deporte escolar donde todo padre tiene derecho a llevar a su futuro Messi, pero que el cole, y el deporte en el cole, sirve sobre todo para fomentar otras cosas, el grupo, el equipo, el todos juntos, el todos ganamos o todos perdemos (ubuntu), y si aún así se gana, genial. (¿Quizás un sencillo símil de una concepción utópica de la Sociedad?)
Olvidaba. 7 años los niños. Y las niñas. En el equipo de los malos, claro. Las niñas, digo.
Nada, los padres del A-Team se enrocan (O-O) (enroque corto), no quieren que se divida de otra forma. Por nivel es lo mejor para todos. Dicen. Amén.
El cole, bueno, el AMPA, después de quejas en el Ayuntamiento decide rehacer equipos. Preguntan a todos los niños con qué 2 amigos les gustaría estar en el equipo y hacen grupos de forma que, al menos, esté uno de los que quieren.
El A-Team rabia. Parece que sus hijOs no van a desarrollar sus habilidades (futbolísticas) como debieran.
No llevan a sus hijos al siguiente entrenamiento. En bloque.
Los entrenadores deciden dejar de entrenar al equipo.
Hablemos de política.
Analogías, similitudes. ¿Quizás sea el típico caso donde alguien en posición de privilegio decide que lo mejor para todos es conservar esa posición de privilegio? Quiero pensar que este caso tan particular y tan local, es una anomalía estadística, ha coincidido así, por algo, por nada. Porque si extrapolamos ese comportamiento a un nivel más general nos encontramos con mierda. Mucha mierda. No la de los músicos. La otra. La que huele mal. Pensemos por ejemplo en el caso de las regiones más ricas, que acostumbran a pedir más independencia que las regiones más pobres, alegando factores históricos, culturales o cualquier otro que sea mínimamente lógico.
Vivimos en sociedad, y escrito parece sencillo: lo mejor para todos es (casi seguro) lo mejor para todos (bonita tautología), pero no, algunos siguen pensando que lo mejor para uno es lo mejor para todos... allá sufra el resto; y eso funciona, claro, si el uno está arriba.
Invoquemos los postulados ecologistas, o el dilema del prisionero, lo que sea, pero aprendamos que si todos ganamos ganamos todos, que segregar personas no es bonito, que estamos juntos en esto, que conviene apostar por la educación en valores de nuestros hijos, que la cooperación implica gentes distintas en un objetivo común. En nuestra sociedad la competitividad manda, inculquemos valores a nuestros hijos e hijas para que tengan bonitas armas para enfrentarse a esa crudeza.
miércoles, 24 de mayo de 2023
Intermitentes
La observación de la cotidianidad es una forma directa y bonita de observar cómo nos comportamos con nuestros semejantes:
De igual forma que establecí una analogía entre la forma de cruzar la calle y la personalidad subyacente en el peatón (https://alter-politica.blogspot.com/2021/07/la-relacion-entre-cruzar-la-calle-los.html) se podría establecer una interesante clasificación análoga con la forma que tiene la gente de usar los intermitentes en los coches.
Yendo en coche, ¿qué supone utilizar el intermitente o no?
En muchos casos afecta a nuestra seguridad, así que entonces estaríamos implicando nuestro propio (sano) egoísmo. Hacer eso es bueno para nosotros, y por tanto lo hacemos.
En otros casos no afecta a nuestra seguridad, supone únicamente un aviso a otros conductores, supone que sepan lo que vamos a hacer, lo cual les influirá a ellos, y no a nosotros. ¿Qué implica? Cierto grado de altruismo, hacia los demás, y hacia el medio ambiente. El que "ellos" conozcan lo que vamos a hacer condiciona que frenen o no en (por ejemplo) una rotonda, una frenada innecesaria implica una pérdida de tiempo, un mayor consumo de combustible (implica un nuevo arrancar) y una pequeña sensación de que cada uno va a lo suyo.
El que no concedamos ese pequeño gesto (movimiento de un solo dedo) denota que no nos importa ese pequeño inmediato. Todos somos conscientes de que a ese conductor cercano le hace la vida "una pizca" más fácil el conocer si nos vamos a desviar o no en la salida anterior a la suya. Y si no lo hacemos es que no nos importa. Y si no nos importa ese pequeño gesto cercano la probabilidad de que nos importe aquello más lejano disminuye, cómo no, o es menos real. Es mover un simple dedo. El no hacerlo, por activa o por pasiva, nos resta credibilidad. Las pequeñas cercanías nos definen quizás más de lo que no pensamos.
No creo en la gente miserable en lo cercano y altruista en lo global. Pura desconfianza. Aunque bieninfluyan en el mundo. Siento afinidad por la gente pequeña que es buena persona en lo cercano. Sin más.
Analogías con lo político, como en otras ocasiones, lo dejo a vuestro criterio.
miércoles, 26 de abril de 2023
Primer día de cole
Da igual que lo haya vivido ya más veces. El primer día de cole de mi pequeño es un día especial, tan pequeño, y con su uniforme, primera vez que se lo pone. Vuelan las fotos, enviándolas a los abuelos y a gente cercana. Le queda tan bien... le hace mayor, ya como sus hermanos. No aprendo que esa novedad que fotografío va a ser la tónica general a partir de ahora. La foto que ahora veo con un aura de grandiosa frescura es la nueva realidad. Un mes después miraré la foto y en mis ojos no habitará esa tierna sorpresa, más bien una habitualidad apuntalada con la lenta reiteración de los minutos.
¿Y qué es aquello que no acabo de aprender? Que la novedad sorprende, claro, casi por definición. Pero que el día después, la novedad ya ha perdido parte de su brillo, y ya no requiere con tanta ansia mi atención... y que dos días después quizás ni me moleste en mirarla.
Esto la gente que se dedica a tratar con la gente lo sabe, juegan con ello y juegan con nosotros. Dos días después perdemos la atención y diluimos el enfado: seguimos siendo un poco rebaño, y como tal se nos pastorea.
Leamos, opinemos, discrepemos, desconfiemos. Derroquemos la posverdad.
sábado, 18 de marzo de 2023
Palabras e imágenes: fin de un reinado
1.
Venimos de la palabra. La hemos usado, empleado, subcontratado, condecorado y violado. Al menos. No la hemos condenado, la necesitamos. Pero ha sido profundamente devaluada. Si salimos de su uso coloquial, necesitamos firmas digitales y juramentos para confirmar su valía. (¿Su reinado? Unos miles de años).
Nos pareció más fiable la imagen, más verídica, "una imagen vale más que mil palabras" (nos vendieron), los artículos periodísticos venían acompañados de imágenes, para corroborar la idea esbozada con palabras. Nuestro cerebro analiza tanto la información evidente como los pequeños detalles, y no deja de ser capaz de interpolar para crear una representación de esa realidad que se nos arroja ante los ojos. Pero perdimos también la imagen, los famosos retoques de photoshop de los famosos, por ejemplo; el arte de la falsificación llegó para quedarse. No te fíes de las imágenes, parece que nos dijeron, cualquier cosa que veas puede ser una (bonita, perversa... elige el adjetivo) mentira. (¿Su reinado? Apenas dos siglos).
Y por fin (spoiler) perdemos la imagen en movimiento (el video) ese baluarte de sensatez y de lo verdadero. Un video podía comenzar una revuelta. Un presidente condenando un atentado, o respondiendo a un país, un actor con unas desafortunadas declaraciones, un caso de violencia policial... hasta ahora había sido irrefutable. Hoy estamos en la antesala (deepfake) de otro imperio caído. (¿Su reinado? Apenas un siglo).
2.
Hoy no pondríamos la mano en el fuego por ninguna palabra que nadie dijera, por ninguna imagen ni por ningún video que viéramos. Nos arrojan a un terreno donde reina la desconfianza. No hay formas de comunicación que no puedan ser falseadas. Internet no ha contribuido a ello (¡bienvenidos a la información y a la desinformación!). ¿Dónde nos deja? En un período previo a la Ilustración (la cual se definió como por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón). La dualidad en la que vivimos no es fácil de manejar, nunca tuvimos más acceso a la información y a la desinformación como ahora. Y no se nos ha educado en ello. Las humanidades pierden fuerza, las universidades (aquí) se orientan a lo práctico. No nos han educado para tener criterio, para cuestionarnos nada. Vivimos la época que se puede resumir en ese eslogan de Kodak: "you press the button, we do the rest", lo cual se traduce en un gigantesco: "No pienses".
Necesitamos un (difícil) cambio, no hay masa crítica para ello, pero estamos hipotecando el futuro de nuestra sociedad. Yo pongo el (sordo) preámbulo, pero hacen falta pasos.
viernes, 30 de diciembre de 2022
Paulov y las escaleras mecánicas
Hoy en abstracto, con lo que me gusta:
Para los que habitamos grandes urbes o acostumbramos grandes centros comerciales, o los que, simplemente subimos en ocasiones por escaleras mecánicas.
Imagino que a todos nos ha pasado experimentar la extraña sensación de subir una escalera mecánica estropeada. Esa torpeza con la que abordamos cada escalón, sobre todos los primeros... Evaluando sin precisión la cercanía del siguiente escalón al que se aproxima nuestro pie.
Objetivamente es incomprensible. Vamos a subir una escalera que sabemos y vemos que está estropeada, por lo que no se mueve de forma automática, queremos afrontarla como una escalera normal y subir peldaño a peldaño, un reto sin ningún atisbo de dificultad. Y ahí nos vemos, calculando erróneamente una cotidianidad.
Nuestro cerebro está entrenado para hacer los movimientos precisos para subir una escalera mecánica sin ningún problema, recalcula en segundo plano parámetros diversos asociados a la velocidad y el equilibrio de forma que nuestro proceder, en condiciones normales, es vulgarmente armonioso.
Desaprender eso nos cuesta mucho, pese a dedicarle atención y consciencia (sabemos que está estropeada), tendemos a repetir los patrones aprendidos. Tenemos en nuestra psique una resistencia al cambio, nos puede costar reaprender una sencilla (pero diferente) nueva lógica.
Las analogías con la vida real las dejo para cada uno.
miércoles, 9 de noviembre de 2022
Desobediencia
Nos han educado obedientes, eso se nos pide. La rebelión tan solo se idealiza levemente como pecado de juventud; o en el cine como respuesta a la opresión. Suerte que en nuestra sociedad se nos invita a un adormecimiento monoxidocarbonatado: seamos clase media tranquila, sin sobresaltos; el sindicalismo se tornó obsoleto en algún momento, no hace falta luchar, tan solo una buena plataforma de streaming y una mantita. Paguemos nuestros impuestos y desahoguémonos en Twitter. Seamos productivos y complacientes. Respiremos tranquilidad y orden, desconfiemos de los alarmismos que tratan de confundirnos (entendamos anarquismo cuando escuchemos alarmismo). Se nos pide obediencia, es lo más útil... para algunos.
¿Y si considerásemos la desobediencia? ¿Y si nos planteáremos otra realidad ajena a ese orden aparente? Cierto es que no vivimos en la jungla, pero los desajustes son muchos, y las injusticias aún más. La desobediencia es peligrosa, altera el orden, pero puede que no desobedecer sea aún peor.
Consideremos la desobediencia como una opción político-personal. Tiene un precio y un castigo, pero es necesaria dentro de un conciencia crítica social. Nuestra sociedad está acentuando lo políticamente correcto, se torna revisionista con el pasado reciente, vigilante desde las redes sociales, castigando cualquier desviación de la moral imperante. Se busca agrupar el rebaño, y al que se sale le ladran.
Desobedezcamos desde el respeto, es un derecho que nos han aprendido a olvidar. Con cabeza, con lógica, pero desobedezcamos.
@EsRebelCientif