jueves, 31 de octubre de 2013

Fiscales





Empezaba un chiste que leí hace no demasiado en un periódico con una viñeta de un político encerrado en una celda, y decía: Quiero hablar con mi fiscal. Le responden desde fuera: Querrá decir su abogado. Y respondía el político: Sé lo que me digo.
Antecedentes:
Cuando pasa que a nivel político nos toman el pelo, ellos suelen preocuparse de envolver la mentira en cualquier tipo de artilugio, aunque sea casi transparente, les preocupa la apariencia primera que pueda llegar a la opinión pública. La praxis política teme al capricho de la opinión vocerable y por ello intentan impregnar de cualquier dulzor cualquier tontez gestada.
Nos pueden decir que hay movilidad exterior antes de reconocer que los jóvenes se arrojan al extranjero para optar a un trabajo, nos pueden decir que no estamos decreciendo sino con un crecimiento negativo, nos pueden decir que a ese delincuente no se le pagó, sino que se le dio un pago en diferido, nos pueden llenar el alma de eufemismos (desaceleración transitoria, recargo temporal de solidaridad, devaluación competitiva de los salarios…) nos pueden decir cualquier aberración, porque le ponen un lazo minúsculo y parece que así se alcanza el limbo de lo potencialmente justificable.

Por eso, a mi entender, brilla como una estrella el extraño caso de la Fiscalía, empeñada en defender delincuentes de alta cuna, sin tapujos, sin eufemismos, en crudo, está pasando con banqueros, con políticos y con grupos políticos completos. La fiscalía pide que se retire la acusación sobrela Fiscalía en contra del criterio del juez dice no ver indicios de delito en... La fiscalía exige que se retiren los cargos sobre… son frases desgraciadamente cada vez más habituales. Y nadie se hace demasiado eco, quizás la reverberación sonara demasiado fuerte. Nadie se cuestiona el extraño juego de que un fiscal haga el trabajo de un abogado defensor, a pocos les inquieta. No escucho a ningún medio de comunicación escandalizado, y razones no faltan. Vivimos en un país que, en vista de estos óptimos resultados para el poder de turno, quiere, triste y lógicamente, dotar de más poder a los fiscales para poder violar el único poder que se les resiste un poquito, la Justicia. Vendrán ellos con su ejército de fiscales y marionetas, uno por cada dos, para jugar a los abogados defensores, para salvar a los demonios de nuestro sistema, para politizar, en su faceta odiable, el ejercicio de lo justo.
Agradezco en todo esto el insulto que se nos arroja, la crudeza con que golpean, porque si nos obligan a comer cosas crudas puede que al final nos pongamos malos y tengamos que tomar medidas. Mientras, no estaría de más escribir una Oda a la impunidad, eso y despreciar desde lo privado, no sea que se desahoguen con nosotros, a esa parte de la fiscalía que responde a poderes más que a razones.

martes, 6 de agosto de 2013

La casta



Me imagino a Santy contándome la historia, exagerando, como siempre hacía él, solo que en esta ocasión no sería una exageración, cuando me dijera que fueron unos segundos de fuego y muerte donde volaban pesos vivos y muertos a su alrededor tendría que creerle, esta vez sí. Lo pienso así, contándome la historia delante de una cerveza, antes que muerto, no asimilo que fuera en ese tren, y sobre todo que no sobreviviera. Y con todo no siento ni un ápice del dolor que ha sacudido a tantos.
Y pienso, que bienaventurados y desventurados aquellos que son capaces de sentir el dolor ajeno, de ponerse en la piel de los demás para sufrir lo que no tienen por qué sufrir. Porque yo, aprendiz de ser, aprendí a empatizar por cercanía, y a partir de ahí me cuesto caro ante mí mismo. Ahora me duele más porque conozco a Santy si no el dolor sería más ajeno, con un franqueo más lejano. Nobleza diluida la que sentimos muchos.
Y bienaventurados entonces los pocos, los que les viene de casta, los que son capaces de vivir los sufrimientos de otros y luchar para cambiar desventuras ajenas, así, en puro, sin rencillas de mala muerte con los otros, los que piensan distinto.
Bienaventurados ellos, si existen.

viernes, 31 de mayo de 2013

Aritmética de Ideas




A efectos políticos se trabaja lo que podríamos denominar "aritmética de las ideas". La solución al problema en ocasiones no es mala. La convocatoria de unas primarias se traduce a un recuento numérico de las diferentes ideas presentes, clasificadas de acuerdo a una determinada estandarización de la variedad presente. Las votaciones son aritmética de ideas, y mediante fórmulas más o menos malévolas, o sujetas en mayor o menor medida a los intereses de los grupos mayoritarios, se llega a una solución de conveniencia, donde las ideas más representativas son las que, dentro de un cierto marco legal previo, representarán los intereses de la gente. Con los defectos por todos conocidos en la rabiosa realidad de hoy en día.

Pero en esta ocasión pretendo centrar el foco en las "Aritméticas de suma cero", tema ya tocado al hablar del voto útil.

Aritmética de suma cero es lo mismo que estrategia, y esta estrategia la identificaremos con perfidia. Aritmética de suma cero sería utilizar una idea para negociar. Ejemplos: Yo no hablo de esto si tú no hablas de aquello. Yo no te pregunto de esto si tú no me preguntas de aquello.Si tú retiras esa propuesta yo no hago fuerza por sacar adelante esta idea que iría en contra de tus intereses. Se podrían poner muchos ejemplos más, que sin necesidad de imaginar mucho podemos intuir que ocurren en la realidad.

Pero resulta que ser fiel a las ideas que representamos no nos suele acercar al poder pero sí a la honradez, lo cual se entiende como inconveniente en la palestra política. Las ideas se mediatizan hasta el punto de ser peones en una partida de ajedrez. Y si nosotros pensamos que el mundo sería mejor si pudiéramos llevar a cabo nuestra idea A, y también nuestra idea B, y la C, la D, etc. Si así pensamos la única opción honrada que tenemos es ser responsables de nuestras ideas, hasta donde nos lleven. Y decir pública y privadamente que pensamos A, B, C, D y X. Y no vender y matar nuestra idea B por evitar que el otro grupo saque su idea M, o aún más triste, por dinero o por poder. ¿Por qué? Porque el bien mayor es mentira, solamente existen los bienes pequeños y su agregación, las cosas se empiezan desde abajo (se hacen desde abajo y se miran desde arriba), porque el conjunto de nuestras ideas es nuestro ser, y si nos corrompemos y somos mercaderes de nosotros mismos con la intención de alcanzar un bien mayor es que no hemos entendido nada; perdemos lo que antes habíamos llamado norte y nos vemos atrapados en una red de mentiras, en máscaras, artificios y engaños, nos convertimos en manipuladores al querer resaltar lo bonito y ocultar lo sucio. En las películas americanas lo entendemos mejor: ¿sacrificamos a esos 200 rehenes para salvar toda la ciudad? Siempre les surge la duda ,y siempre, al menos en esas películas, encuentran la forma de no sacrificarlos. Aquí no es con personas, es con ideas, pero es similar. ¿Sacrifico 20 ideas para tener una mayor posición de poder que me permita estar más cerca de poner en práctica el resto de mis ideas?

Por volver al origen matemático de la disertación: Una idea nunca anula a otra. Y esto funciona en todos los ámbitos de la vida: si tengo que pedir perdón por algo que hecho mal lo pido, da igual que al que pido perdón me deba una disculpa de antes. Son dos cosas diferentes. Al igual que dos ideas diferentes, valga la insistencia, son diferentes y por ello no anulables. Las ideas no deberían entrar en ningún mercado, bajo ninguna circunstancia (pero claro, si yo quiero poder, o dinero, u otra mercancía, tengo que pagar algo).

El resto es mediocridad, vagar sin rumbo claro.

lunes, 21 de enero de 2013

Las raíces del Mal





Esta viñeta aparecida hoy, un día de enero, en el diario El Mundo, resume a la perfección una realidad de nuestra política: la incapacidad de la clase política de erradicar por sí misma sus desajustes internos.
Y, yendo nuevamente a los fundamentos más básicos, un partido no depura la corrupción que pueda tener dentro por escasos motivos:

- Porque el partido en sí es un partido corrupto
- Porque peca por omisión cerrando los ojos ante lo que sabe o intuye que pasa
- Porque los elementos corruptos de un partido son lo bastante fuertes como para enraizar y evitar una limpia extirpación

Las consideraciones que se pueden hacer al respecto son:

- No creo que un partido que, en nuestro contexto nacional, puede agrupar a 10 millones de personas, sea en sí una manzana podrida

- Si la solución fuera fácil en algún momento habría alguna dirección de partido que acometería el trabajo de depuración, y en nuestra historia política reciente no ha sucedido ni tan siquiera un amago de esto

- Creo con bastante firmeza y precisión que hay "mal" anclado dentro de los partidos políticos, y es un mal que tiene poder y sobre todo raíces.  Querer quitar una raíz a un árbol pone en peligro al árbol entero, y algo así es lo que temen los dirigentes políticos, que la depuración del mal que conocen o intuyen les haga más mal que bien a ellos, los políticamente situados. A costa de eso se nutre un ecosistema de corrupción, siendo un poco pesimista, proporcional al tamaño de los partidos: grandes partidos contienen grandes corrupciones. Entre el blanco de la honradez y el negro de la corrupción hay una nutrida red de tentáculos de diferentes gradaciones entre ambos colores  dándose una explicación concatenada de justificaciones: lo casi honrado justifica aquello un poco menos honrado, que a su vez justifica lo tibio, lo cual oculta las pequeñas tramas que nunca darán pie a destapar las grandes y jugosas tramas. Y el que tiene un entendimiento global del proceso sabe que al estar todo unido tirar de algo siempre tira de demasiado y por eso, como ocurre constantemente eligen el sucio silencio a no ser que se les pida explicación, en cuyo caso no les queda más remedio que invocar la duda razonable a la vez que mienten por activa o por evasiva (expresiones del tipo "no me consta"). Sólo la denuncia de los medios de comunicación puede obligarles a buscar la justicia que menos les perjudique, ya sea entregando una cabeza de turco, buscando dimisiones ejemplares, ya sea atacando a la oposición política (el clásico "también ellos") buscando el desconcierto y la inevitabilidad, ya sea tapando las indecencias hasta que pasa el temporal mediático.


No hay solución pensando por separado, cualquier solución debe abarcar todo el elenco político existente, para que la debilidad de uno no sea aprovechada por otro que adolece los mismos males. Algunas soluciones pasarían por:

- Realizar un pacto entre todos los partidos para depurar sus estructuras, y debería ser un pacto ejecutado por pocas figuras, pocas para que no se vean atadas por las fuertes raíces que custodian el mal-hacer, por las familias y los barones. Pocas figuras que avocaran a sus partidos a una gran y profunda crisis de la que saldrían limpios y debilitados, rompiendo, en el caldo creado, con nuestro bipartidismo, ya que surgirían nuevas fuerzas políticas a la luz de las nuevas intenciones. Improbable.

- Fortalecer y separar el sistema de justicia, hacerlo de facto independiente al ejecutivo, y crear una parte eficaz que persiguiera las desviaciones a la legalidad de una forma implacable y eficaz, que depurara todas esas malformaciones políticas que tanto nos hacen descreer a algunos, sin cortesías ni vergüenzas, imputando a todos aquellos que han robado dinero público para sus propósitos, en cualquiera de las formas en la que esto se hace.

- Apostar por una alianza de la ciudadanía con los medios de comunicación para hacer presión e impulsar las iniciativas que conducen a la decencia política. O, en el mejor de los casos apostar por la capacidad de la ciudadanía para generar su propia voz que la clase política no pueda ignorar.

jueves, 20 de diciembre de 2012

La maldad y la Sanidad


Por creer hay días que creo también en la maldad.

Siempre he intentado dar valor a las ideas que menos me gustan, porque sé que también son legítimas, porque estando más o menos acertadas presupongo la buena fe en ellas, o al menos un notable porcentaje de buena fe. Casi todo, en la palestra política de mi país, es defendible desde los tan trillados valores democráticos, lo cual no quita que está en abierto desacuerdo con muchas decisiones.
Siempre he creído que los malos eran la excepción que era necesario denunciar y erradicar,  pero que la existencia de un malo no deslegitima una idea. Nunca se ha tratado de derrocar ideas.
En el peor de los casos serán ideas que pueden ser etiquetadas de oportunistas, populistas, inadecuadas, insuficientes, cobardes, injustas, perpetuadoras, sordas, equivocadas, incomprensibles, etc. Pero siempre existe el margen más o menos grande o pequeño que aporta un mínimo de legitimidad.
Pero hoy es un día en el que creo en la maldad, se me acaba mi eterna capacidad de consenso, se me acaba toda la presunción de buena fe, porque en esta ocasión pienso que la ocasión lo merece.
Y es momento de dejarse de abstracciones y hablar de concreciones. Pongamos que hablo de Madrid.

La derecha de nuestro Madrid dice que cree en la privatización de la Sanidad, y a mis ojos, la perversión que implica es excesiva. En nuestra sociedad la sanidad está muy relacionada con la humanidad, al menos la sanidad de mínimos, al menos la sanidad pública.
En pocas lineas:
- Si una empresa privada gestiona la sanidad va a buscar el beneficio económico
- El beneficio económico es abiertamente contrario en ocasiones a unos criterios básicos de humanidad (hay enfermedades rentables frente a otras no rentables)
- Hay una crisis económica mundial y fuertemente local
- Hay que ahorrar
- Ellos (aquí son más "ellos" que nunca) creen que privatizando se ahorra.
- Ellos no contemplan optimizar lo existente
- Ellos tienen que saber que privatizando la gente enferma no rentable (crónicos, mayores, enfermedades largas o raras o con costes de tratamiento caros) es de repente mucho más vulnerable
- Ellos aplican literalmente el axioma capitalista de "privatizar beneficios socializar pérdidas", porque están reconvirtiendo hospitales públicos para que se ocupen de los enfermos no rentables, y dejando a los privados especializados en el "aquí te pillo aquí te cobro"
- Ellos no quieren salvar lo público, no quieren introducir lo público en criterios de eficiencia, y ellos podrían hacerlo si tuvieran voluntad, porque ellos son los que ahora hacen las leyes

Y tantas líneas se resumen para mí en esto:
Se abre una encrucijada y se puede apostar por la sanidad pública (existente) o por una sanidad gestionada de forma privada.
- Lo público, con sus fallos y disfuncionalidades se ajusta más a un criterio de universalidad (te curaré aunque sea caro)

- Lo privado, con sus virtudes, tiene el objetivo de hacer dinero a través de la gestión (te curaré si me es rentable)

Para que la sanidad privada funcionara habría que implantar desde lo público un estricto sistema que asegure que se respetan rigurosamente criterios de humanidad, y la humanidad en la sanidad es más que imprescindible.
Si no se implanta ese hiper-estricto sistema se cae en el riesgo más que evidente de que la empresa privada busca el dinero a costa de la desatención de muchos enfermos no rentables.
Hasta ahora no se ha hablado de implantar dicho sistema. Incluso su implantación sería difícil y costosa.
A día de hoy, los responsables de esta decisión públicamente no dan ninguna cifra del potencial ahorro que supone el cambio de sistema, pese a que se les pregunta. Por tanto se mueven en la incertidumbre.
Lo único claro es que perdemos un criterio de humanidad e introducimos la necesidad del beneficio económico de empresa.
Y es esa ausencia de alternativas desde el gobierno, es ese "privatizar la sanidad a cualquier precio" el que me hace pensar que realmente ellos están sirviendo hoy al dinero antes que a las personas. Porque son demagógicos para defender sus ideas privatizadoras, porque no dan cifras, porque no quieren considerar alternativas.
Ampliando mi consideración inicial solo veo dos alternativas:

El dogmatismo o la maldad. O ellos han deificado el dogma de la privatización o ellos prefieren servir al dinero (beneficio económico de empresas) antes que a las personas.
Porque la derecha, en su mejor acepción, cree que puede ayudar a las personas apoyando en primer lugar a las empresas (son pro-empresas). Porque la derecha, en su peor y actual acepción, opta por apoyar a las empresas en contra de las personas.

La Sanidad creo que aporta un balance de pérdidas (es caro mantener un buen sistema de salud que atienda a todos por igual según su dolencia y de la mejor forma posible), pero es un servicio fundamental básico en nuestro modelo de sociedad (y de desarrollo). Y yo creo en que hay que minimizar esas pérdidas lo máximo posible.  Pero la empresa privada que entre no se va a ocupar en minimizar las pérdidas, se va a ocupar de obtener beneficios, y lo hará a costa de personas.

Hoy creo en la maldad de ellos, los que, haciendo oidos sordos a cualquier argumento, actúan en contra de las personas.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Manifestaciones


Podría establecerse una simple categorización de los tipos de manifestaciones:
- Manifestaciones masivas: para nuestro caso, España, sin trazar límites precisos, aquellas aplastantes y mayoritarias capaces de sacar millones de personas a la calle. Manifiesta un sentir muy extendido, suelen ser hechos que conmocionan a la opinión pública (p.e. no a la guerra) o que tienen una base social muy amplia y eventualmente movilizable (p.e. defensa de la familia).
- Manifestaciones amplias: las más malinterpretadas y difamadas, como se explicará a continuación. Son aquellas capaces de reunir una gran cantidad de gente en las calles, miles de personas, cuentan con una notable cobertura de los medios de comunicación y están sujetas a una malsana dialéctica políltica
            - Grupos afines tildarán de éxito la actuación y se atreverán a pedir imposibles (dimisión del Gobierno, convocatoria de elecciones, etc.)
            - Grupos no afines ningunearán el grupo y sus objetivos y lo afrontarán como se afronta una gripe, se pasa y ya está
  Al final se comentan errores típicos de ambos grupos
- Manifestaciones reducidas: reúnen hasta cientos de personas. Son generalmente:
           - Temas que no despiertan el interés de los mass media y no existe una movilización social coordinada, causas legítimas olvidadas
           - Grupos radicales con ideologías radicales, que se caracterizan por una alta capacidad de movilización de sus escasos miembros

Hablemos de las manifestaciones amplias:

-Errores de los grupos afines:  por muy nobles y justificados que sean los fines hay objetivos que en una primera aproximación están fuera del alcance de manifestaciones de este tipo. El cambio social no se articula desde la manifestación de miles de personas. Cambian más diez personas influyentes que mil ciudadanos de a pie. Sí actúan desde lo simbólico y sirven para redefinir líneas de acción para, aquí sí, amplios colectivos, pueden servir como punto de partida para convencer conciencias.
-Errores de los grupos no afines: ningunear es ondear de forma pirata la bandera de la legitimidad. Ellos definen ellos deciden. "La mayoría silenciosa que no se manifiesta" se viene oyendo recurrentemente ya hace años con diferentes manifestaciones amplias. Esos sicarios del oportunismo no se detendrán en estimar el apoyo  real que una manifestación tiene entre el conjunto de la ciudadanía, porque no les interesa. No hace falta manifestarse para estar de acuerdo con unas reivindicaciones, aquí sería interesante una encuesta de interés sobre el tema, pero los que pueden hacerla se encargarán de no permitir ese riesgo. 
Dentro de esa estrategia se tiende a criminalizar a los manifestantes, principalmente:
  - A los manifestantes de izquierdas se les criminaliza como violentos, antisistemas, (despectivamente) perroflautas, etc.
  -A los manifestantes de derechas se les criminaliza como retrógrados y conservaduristas (también de forma despectiva)

La reivindicaciones de la gente en la calle se enfrenta con la lucha de los políticos por la apropiación de los símbolos.
Miles de personas en la calle reflejan una sensibilidad latente y sobre todo existente en el conjunto de la ciudadanía. El gobierno al mando trata de deslegitimar aquello que se pretende destapar y para ello se apoya en el ejercicio de la violencia "legítima" (polícía), en la acción de los jueces (no separados del resto de poderes y por tanto "al servicio de") y sobre todo en la mencionada apropiación de los símbolos (son pocos, no llevan razón, son violentos, quieren reventar la democracia, quieren dividir el país, quieren destruir la familia, etc.) con proclamas cercanas a lo panfletario
En todos los casos nos alineamos y en ocasiones nos alienamos con determinadas ideologías, rebañamos los matices y establecemos un acto simbólico generalmente unidireccional con la acción de la manifestación, lo cual es una herramienta útil dentro de las dinámicas de la sociedad y por ello necesaria y a salvaguardar.

 Conclusiones

A modo de conclusión: ¿qué no interesa en las manifestaciones amplias?
- No interesa  conocer sus límites
- No interesa conocer su grado potencial de apoyo
- Por ello no interesa darles trasparencia desde el ámbito político: el que es afín cree que ha cambiado el mundo, maximizará las pretensiones a sabiendas del fracaso semi-absoluto de las mismas, el que está en contra - al poder - no se esmerará en utilizar herramientas de la sociología para ver el grado de impregnación y afinidad de los objetivos reivindicados en la ciudadanía.
AMBOS deberían establecer puntos de encuentro para comenzar un diálogo, porque lo manifestado, ni tanto ni tan poco, pero existir existe, es una realidad que debería afrontarse, y habitualmente la política se limita a mantener posiciones y a enturbiar de acuerdo a sus intereses