Vienen algunos preguntándose si son galgos o podencos, y tenemos que escucharlos articular sus palabras. Dirimiendo si los petardazos que lanzan contienen la suficiente maldad o no. Si matan como Dios manda o si es que se les va un poquillo la pólvora. Si se les muere el enemigo de hambre sin querer o qué pasa, si es que más avisados los civiles no podían estar... Y ¡ay los periodistas!, que también se les mueren todos, pena de fotos que no pueden hacer (fotos de pena que nadie podrá ver), van unos cuantos cientos parece. Son cosas que pasan. Porque cuidado, son aliados estratégicos, están en el bando de los buenos, reciben armas de las caras, justamente para poder apuntar bien y poder defenderse, de esos seres con tantas ganas de respirar... Cuidado con decirles nada, que tienen palabras forjadas en sangre de otra época, antisemita el que no calle. La historia les cambió el péndulo de posición, y algunos hijos de aquellos supervivientes han cambiado de bando, habitando la mayor de las crueldades. Mientras, en salones lejanos, los almeidas de turno discutirán si la palabra adecuada es adecuada, o si no lo es, porque podemos buscar otra, tenemos tiempo para entretenernos. Ayer perdió el Atlético, que injusticia lo de Simeone.